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May 29, 2023

Tiburón de arrecife del Caribe: Encuentro cercano n.° 2

— Mark Lender, 28.8.2023

HERIR

Donde vivo, la gente tiene casas tan anchas, dos veces más largas y tan altas como yo ahora en profundidad. No parece gran cosa. En tierra. Debajo de la constante de las olas que nunca cesan, esto es bajo el mar hasta donde jamás quisiera llegar. En superficie, brillante con color tropical. Aquí, en el fondo del océano, azul y frío, y las burbujas se elevan cristalinas como el hielo.

Un pargo cordero, grande, curioso y sin ningún miedo, se acerca de frente y se gira para mirarme detenidamente.

Jural de cola amarilla en cardúmenes pequeños.

Lábridos y una aldea azul revolotean en un grupo cercano de coral denso con abanicos de color púrpura y esponjas ramificadas.

Un mero solitario observando desde debajo de una cornisa, el patrón de sus escamas como luz moteada bajo el agua.

Y a nuestro alrededor, tiburones.

Los peces no se distancian. Los que están en el coral donde hay grietas en las que esconderse no se avergüenzan ni buscan refugio. Hasta el mero sale. Como si se lograra algún acuerdo entre los peces y los tiburones. O que este medio espeso de mar salado ralentiza el tiempo, en la forma en que desvía la luz; de modo que el espacio mismo cambia perceptiblemente. En general, la vida está más cerca que en el aire. Quizás sea más seguro aquí, en este extraño medio donde diez metros de profundidad equivalen a toda la atmósfera. ¿O simplemente una sutil evitación de la línea de ataque, de la parte que come?

O que el foco de atención de los tiburones y los peces juntos está en los animales que no pertenecen aquí:

Yo, un extraño y el buzo con el que estoy, a quienes conocen.

Desde la distancia gris aparece un tiburón con un anzuelo enterrado en la comisura de la boca. Y pasa y vuelve a pasar, cerca.

Otro pase.

El buzo agarra.

¡Saca el anzuelo!

El tiburón sigue nadando...

El tiburón reaccionó al tirón, alejándose (como lo haría si alguien le arrancara un clavo oxidado de la planta del pie o incluso una astilla del pulgar), pero no se giró, no saltó de un lado a otro, de un lado a otro, no Mueva sus mandíbulas como lo haría en señal de advertencia y enojo. Se esperaba ayuda. Todos lo esperan. Incluso los machos que llegan lejos. Ellos también vienen aquí, vienen al buceador, sólo para esto, sólo cuando están enganchados y con dolor. Entonces vete. Y no regreses a menos que sea necesario. Su contacto es tan breve que apenas pueden conocer al buceador y sin embargo… Y sin embargo…

En un acto de compasión y su aceptación, todos los argumentos, todas las lógicas de la diferencia, quedan empalados.

Nota del autor:

No puedes hacer esto por tu cuenta. No lo intentes. Cristina Zenato (mi instructora y buceadora de seguridad) ha tenido el beneficio de años de encuentro regular con este escalofrío en particular (el término artístico para una manada de tiburones). Recibí instrucciones y entrenamiento muy específicos de ella antes de entrar al agua y llevaba un traje de cota de malla de acero inoxidable que protegía cada parte de mi cuerpo excepto mi cara, que mi máscara de buceo y el regulador a través del cual respiraba cubrían casi por completo. Los encuentros con tiburones que siguieron fueron extraordinarios en todos los sentidos. A pesar de mis tres décadas de experiencia con la vida silvestre, si Cristina no hubiera estado allí, nada de esto hubiera sido posible. En circunstancias normales, nunca tocaría un tiburón ni ningún otro animal salvaje, y usted tampoco debería hacerlo, tanto por su seguridad como por la suya. Sobre todo, tenga en cuenta que bucear es una actividad intrínsecamente peligrosa. No importa lo que le diga el anfitrión del resort, el buceo es solo para buceadores de aguas abiertas certificados por PADI. Estas no son sugerencias. Son principios férreos. Violar cualquiera de ellos puede provocar lesiones graves e irreparables o la muerte.

Nota de campo:

No nos parece nada destacable que una gran ballena enredada en redes y sedales aceptara y a veces incluso buscara nuestra ayuda. Nos resulta incrédulo que un tiburón hiciera lo mismo. Los informes noticiosos del uno son comunes. Lo que presento aquí es un relato de primera mano del otro. Y las fotografías lo demuestran. Según el paleontólogo evolutivo Michael James Benton, los condrictios (los peces cartilaginosos incluidos los tiburones) se escindieron del linaje que dio origen a los osteictios (los peces óseos) en el período Silúrico, hace 420.000.000 de años. Osteichthyes nos dio origen. Esto significa que estamos casi tan distantes en términos genéticos y geológicos de los tiburones como de los insectos. A pesar de esta incomprensible separación, sabemos empíricamente que los tiburones buscan y aceptan nuestra ayuda. Si supusieran que estamos vivos, conscientes y capaces de razonar, nunca intentarían comunicar su necesidad. Ese intento sólo puede depender de la proyección, lo que significa que la vida, la conciencia y la razón –la autoconciencia– también existen en ellos. Ningún ser vivo puede proyectar cualidades y estados que no tiene.

© 2023 Mark Seth Lender Todos los derechos reservados

Enlaces:

Puede comunicarse con la experta en tiburones Cristina Zenato aquí.

Mark Seth Lender es el autor, junto con su esposa Valerie Elaine Pettis, de Smeagull the Seagull, A True Story, que se puede encontrar aquí.

The Decisive Sequence de Mark Seth Lender, el trabajo en progreso de su primer libro de fotografía, se puede encontrar aquí

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